9/11/17

Flores de Bach II

Cada día se impregna de lo que acontece. En un sólo día podemos habernos visto atravesados por sutilezas o por extremos, que según el caso dejarán huellas más o menos visibles. El reencuentro con una amiga, una conversación comprometida con alguien amado, descubrir qué es lo que causa un malestar, cambiar el combinado de un remedio, sentir adrenalina por algo irreal, o saber que soñamos algo demasiado intenso que nada de nosotros sabe cómo recordar. A cada hora suceden cosas, nosotros estamos aconteciendo. Sin embargo los vaciamos al eliminar el factor conciencia. Hay un ciclo perfecto y es el que nos antecede. Está por debajo nuestro y rige cada pisada. En los sueños hay alguna clave de comprensión, pero el cemento nos restringe su llegada. Pienso en animales con frecuencia, sobre todo en el modo que sus ojos se fijan en algo. Imagino cómo es que mi mano podría acariciar tal o cual pelaje, y siento placer. El cuerpo se desaprendió a sí cuando fue obligado a sentir como nunca. Entonces el miedo brotó, y el silencio ganó su necesario espacio. Entonces estar bien empezó a ser tarea de sanación, y no simple compromiso ante lo ajeno. Bebo, y pienso en mi arrepentimiento. Algo que jamás creí sentir, aparece como un signo que busca ajusticiar el relato. Yo escribí demasiadas páginas del libro, y al final no supe cómo terminarlo.

No hay comentarios: