9/8/17

Terapia

Soñé que me enviabas tu agenda. Yo no la entendía. Había aclaraciones en cada rincón, colores diversos. Espacios en blanco que al parecer eran tus huecos libres. Una vez fantaseé con enviarte mi agenda. En realidad, dartela en mano. Llegué a envolverla y todo. Había ahí adentro las declaraciones mas complejas, más íntimas. Sólo vos podias tenerla. Me apenó imaginar que me creerías suicida si te la daba de ese modo. Y me arrepentí. Como me arrepentí de tantas otras cosas. Mi mamá es un fantasma, vos también lo sos ahora. Ya no puedo volver de tu mano. Podría darte mi agenda, pero ya no recuerdo cual de todas era la seleccionada. Dejé de escribir de esa manera hace mucho tiempo. Me cansé de llorar buscando siempre lo mismo. En definitiva, la búsqueda es una excusa. No llego nunca a ningún lugar. Intento sentarme en la cama y el estante me golpea la cabeza, o mi cabeza se deja golpear. Esta mañana olvidé, por un breve instante, que tenía el vientre lleno y que hoy me dirían, quizá, cuando van a cortar. No estoy lista para enfrentarme al fantasma. No a otro. El miedo se come todas las valentías, y no queda fuerza en las palmas para escribir, honestamente, cómo se siente sangrar así. Lo que soñé en realidad es que ibamos a vernos. Tu agenda me confundía y te lo decía, como te lo dije casi todo cuando pude y quise. Y te reias, de mi, te reias sin hacer ningun ruido. Tu risa era el sosiego, la calma de saberme viva y la misma. Me desperté enojada. Me desperté con una traba en el pecho que no calma y que duele y no se llora se solloza estoy ahogada otra vez te soñé. ¿Sabés por qué te soñé? Porque no se con quién hablar con mis palabras.

No hay comentarios: