12/8/17

Un fantasma

En cuatro dias se cumplen dos meses. Van a ser dos meses desde que murió. Hoy me pusieron una via endovenosa en la muñeca, y al verla así, en mi muñeca, vi la suya, huesuda y manchada, conectada, entubada, monitoreada. Me dolió, el pinchazo y el recuerdo. Se que no estoy habitando el recuerdo. Se que no hay peor homenaje que el de drenar como lo hago. Lloré, igual, cuando el enfermero me dejó y cerró las cortinas para darme privacidad. Tenia sólo 27%de bateria. Más que suficiente para tapar los ruidos de mi cabeza. El corazón bombea, sólo que ignoramos el ritmo y el qué. Qué bombeamos cuando nos ahogamos, cuando nos falta el aire, cuando engullimos casi sin masticar todo lo que hay frente a nosotros, e ignoramos todas y cada una de las palabras que nos llegan, que nos interpelan. Yo ya no tengo a quién confiarle el dolor. Hoy, a la mesa, hablé de lo duro que fué. Admití, ante la pregunta, que me puso muy triste enfrentarlo. A nadie le importó mi fragilidad. Insisten en que me detenga, me miran con ojos vidriosos al verme esforzada por levantar la mesa o cargar algunos bultos. Porque es más sencillo descansar en la directiva de un reposo que atrofia más de lo que alivia. Entrar en este terror, acceder a cada una de las palabras como cuchillas que me hacen toser, que me hacen flaquear. Eso sería valentía. La que perdí, la que dejé caerse hace casi dos meses cuando lo real se interpuso en mi vida, y ya no pude seguir soñando. El horror es sentir terror y saber que excede al verbo, o a cualquier ley de atracción posible. El horror es saberse con miedo a cada minuto y no poder callarlo, no poder volcarlo fuera. Hoy ignoraste mi dolor, hoy empleaste los conceptos más hermosos para que entendiera que no importa lo que yo perciba o sienta frente a ciertas cosas, sino que importa lo que es. Lo que es es esta lagrima que me nubla, esta falta de fortaleza, este miedo a mi, esto que ya no digo porque ya no se qué decir.

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