20/9/16

Suplicante

Unió sus manos al pecho
en una comunión que eligió sagrada;
frente al altar, desde la vereda
los ojos calmaron
el ingreso de la luz
calmaron
todo el ruido;
la bicicleta seguía ahí;
alguien sintió sus dedos temblorosos
suplicando una cura
ayuda
auxilio.
Recitaba muy por lo bajo
un rezo antiguo
un mantra sagrado
aprendido en alguna infancia.
Mientras alguien se esté muriendo
habrá que rezar
suplicar
auxiliar al enfermo;
la mano sagrada
del altar tantas veces tocado
se movió.
Nadie la vió irse;
los labios aún se movían por lo bajo
recitando el mantra
la súplica.
Una mujer se acercó al cuerpo y besó la herida.
Nadie cree en nada
hasta que un cuerpo
sangra.
La bicicleta seguía ahí,
los dedos al pecho,
el mantra sagrado,
un cuerpo inmóvil:
un herido, un suplicante.

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