5/1/16

Hace un año exactamente escribí sobre el vacío como condición. El vacío como consecuencia, como metodología. Hace 15 horas la palabra vacío resonaba en mí. Como un recordatorio, como una posibilodad. Todo se encuentra vinculado históticamente. En el acto de traducirnos retomamos el relato de lo vivido dando forma al recuerdo. Nunca es en sí tan verídico como intentamos. El tamiz por el cual filtramos la vida nos acomoda en una narración con estructuras estables, y allí se hace visible la red de acontecimientos. Hay amplias diferencias entre quien yo era hace un año y quien fui hace algunas horas. Sin embargo, lo que permanece inmutable es la voz que narra. Si hay una vinculación historica dada por el relato de lo que se recuerda, existe ante todo un narrador que da vida y forma. Estoy cada vez más limitada. Encuentro la pérdida de herramientas que me eran indispensables en el camino hacia un mayor desarrollo de esta voz. En definitiva desarrollarla es una excusa para la comprensión. El objetivo último es lograr la libertad que ansío, la libertad absoluta de mi. Donde la voluntad sea fibra sensible que resuena al tiempo que otras. La acción responda a una fluencia necesaria. Ya nada precisará control. Solo latir. Hasta que no.

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Las herramientas son el simbolo de lo inacabado. Un medio para olvidar la limitación.

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El desasosiego es una idea. Y es un acto en sí.

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