26/3/15

Diario s/n

Hay una cuadricula en el gesto. Por casualidad me encuentro con mi cara reflejada en algún espejo, y me miro. Me veo. Mi cara está mutando. Ya no soy nada de lo que supe ser, desconozco el modo en que mis pómulos dejan notar el rastro óseo de lo que cubren, los pliegues en la sonrisa, en los ojos cansados. Marcas, todas marcas, pero una transformación que excede a la marca en sí. Mi cara ya no es la misma, mi cara es la de quien voy a ser. Acontenció un desfase entre el cuerpo, el espíritu y la razón. Se encuentran a destiempo, y yo, en medio de tal compleja interrelación de aspectos, me veo por casualidad reflejada en el mundo, y no se reconocer a la que supe ser en esta que estoy siendo. Como tampoco se reconocer a la que estoy siendo en un conjunto de gestos, marcas, y caras en una misma cara que se describen a una infinita distancia de lo que alguna vez me dio seguridad. Saberse propio ante el espejo aclara las dudas respecto a la cotidiana traducción. En un constante acto de mediar lo profundo con lo que no, la carne reflejada suaviza la herida que abierta ante el terror. Pero cuando el ojo que mira al ojo ya no sabe saberse ni suavizar la grieta, cae entonces por ella con la velocidad de lo que abisma. 

Me dispongo a escribir y siento la tensión y la ansiedad en el estómago como cuando sé que lo que vendrá será significativo. Descomposición, mariposas, nervios, angustia, no se no se. Las palabras están siempre sobrando y siempre faltando. Pronuncio en el papel y automáticamente entiendo que la palabra pronunciada ya no sirve.

Escribo para comprender, Porque todo lo que excede la búsqueda. Porque. Porque. Porque. Qué quisiera poseer cuando distancio el momento en el que voy a sentarme a escribir, a corregir, sin embargo lo alejo, lo pongo como meta en un tiempo específico, en un contexto específico. Si tengo cigarrillos, si el mate está caliente, si las cosas están hechas o no, si qué tendré que hacer después. Vuelvo a pensar en Nighthowks, de Hopper. Vuelvo a imaginarme ahí. Sentir la tensión de contracciones estomacales porque algo se intensifica por acto de la imaginación. Nada es verbalmente correcto, y lloro. Por qué lloro si no es real lo que construye la idea que motiva al llanto. Y lloro. Por qué. Por qué. Por qué. 

Embed se terminó. 

Algo nuevo nace dentro de mi, brota en forma de coágulo hasta forzar con su peso la punta de los dedos para que presionen, para que pronuncien. Soy barroco, soy distante, soy tan seca como un papel, y el otoño cae, mágicamente, el día en que tiene que caer. 

Sólo estoy escribiendo para entender. Sólo busco en la grieta a dios. Sólo busco entender.

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