9/5/17

Sólo estirar los dedos
para acariciar
el soplido de los muertos
despiertos tras la excavación.
El sol ya no llega hasta esta tierra;
de quiénes serán los huesos
encontrados por estas
máquinas sin cerebro;
la historia no relata el dolor de los caidos
esquiva el pestañeo de esos
que brillan como los suyos
cuando se rie del silencio
y se esconde del por qué.
Los dedos se acercan
a danzar con las chicharras
en mañanas de verano,
pasto largo, domingos de terror;
los dedos van
hacia la boca del que sopla
sin llegar.

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