14/10/16

Nota 34.

Ahora mismo el sol está surgiendo, casi como una invención, de entre los edificios y las nubes negras que hay en mi horizonte. Se puede ver como lentamente los colores van cambiando, y puedo verme las palmas de las manos, al fin. La textura es absoluta y si quisiera fotografiarlo no lo representaría. Lo intenté, y aún no pude. Traducir al cielo no es tan posible. Traducir, sin más, es como mirarse las palmas por la noche y ver y no ver. No hay posible exactitud y los nombres son placebos. Vive mientras tengas vida. Asi me dijo, pero ¿vivir qué? Todo se olvida con lentitud y lloro cuando imagino cuánto se ha borrado en mi memoria. Lo del pasado, el paso del tiempo, es todo un aletear constante que mantiene en la inquietud lo que ni en sueños duerme. Qué sueño es un misterio. Qué sentí. Hay preguntas que estructuran las identidades, dice la teoría, y yo le creo porque en algo habremos de creer. Yo quiero placebos, yo quiero pausar los contenidos, volatilizarme, ser nube que se abre al paso del sol naciente. La liviandad de mirar y sólo ver.

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