22/12/17

Me llueven imágenes aterradoras. Mi mamá, un cuerpo vencido en una cama tan corta. Sus piernas, allí, parecen larguísimas ante la flexión obligada. Su boca rota por la sequedad, a nadie le importa el agua más que a nosotros. La informaciòn no es dada, ellos saben lo que nosotros no. Por eso pensamos en el agua, por eso no sabemos si está bien llorar. Sus huesos se rompieron y hoy es polvo. Polvo y una pregunta como un árbol. Ya no se lo que tampoco supe. Le agarré la mano y le susurré perdón, imaginando que quizá me escuche. Yo no supe perdonar lo que yo misma hice. No entiendo el tiempo, las fechas, los momentos. Volví a temerle al silencio, a quien no mira, a quien se aparta. Volví a callarme, a esquivar con los ojos, a aburrirme para excusar. Me duelen los muertos de la historia porque al perderla a ella entendí lo que es perder.

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