10/6/16

Nota 7 a.m. /

Hay que usar hermosas palabras para hablar de lo terrible. Son el lubricante en la violación del concepto. Son la anestesia. Mi sumisión es el precio, y la veloz retirada es ¿qué? Un capricho, una hermosa palabra, una inyección letal para evitar mi palabra. Ahogarme en la reconstruccion de lo sabido, en el repaso de lo doloroso, la poética de lo que irrumpe para someter usa palabras como "espejo", "congoja" o "soledad". La violencia real excede al discurso, y nos coloca en la literalidad de una soledad tan abismal como el intento de reflejarse en la nada. Conectar con algo humano, encontrar un reducto de sentido en el paso que se va a dar. ¿Alguien me lee?

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