14/9/14

La imposibilidad del acto de visión; el distanciamiento afectivo como patología; la sequedad espiritual como modo de encarcelamiento de lo identitario que, siempre igual, le pertenece al fondo de manera absoluta. El temor al solipsismo pero el deseo ante el extremo, lo absoluto, la toxicidad del verbo como figura de emplazamiento, como herramienta de exacerbación espiritual y, entonces, el punto final a todas las cosas. ¿Quién quiere ver el final? Permanecer por la idea de la contemplación, voyeurismo o testigo activo que intente acceder al mundo a traves de su permanencia. No, no permanecer, sino existir mediante el silencio que acontece a una palabra cuya existencia ha sido tal que, sin más, sólo quede el mutismo del trabajo. Deseo, ante todo, ser absorvida por mi búsqueda de verdad. -Es fácil entrever en mí la sonrisa ante el pecado de inocencia; claro, es preferible jugar a creer que la búsqueda podría, a lo mejor, encontrar un resultado otro que no fuera el de la absorción. Es, siempre, preferible la actitud lúdica ante el deseo de lo extremo. Es tan fácil ser enjuiciada mientras tanto...- (Le temo a la imagen fotográfica como alguna vez le temí a la palabra. El temor es diferente, sin embargo, ya que la imagen fotográfica me expone voluntaria ante el disparo. La palabra, siempre, fue lo inevitable. Ahora le temo a mi voluntad, le temo a no hallar qué decir, más bien, qué mostrar.) /el ocio de la siesta del domingo de la lluvia de la lluvia de la lluvia es tan fácil enloquecer cuando se permite comprender que la locura consiste en eso que está ahí que sólo es necesario dejar entrar/descubrir descubrir observar la imagen de (...)

No hay comentarios: