me
excede: la sustitución de la carne
o
el raciocinio del cuerpo
o
la indefectible lucha del aura
con
el verbo y un sujeto,
al
fin un sujeto que se calla.
Pero
la herida es que el silencio no esclavice
la
herida es que mi nombre sin un cuerpo
no
sea la carne del nombre, ni el ardor de una forma.
Pero
también cuando acabe el éxodo
de
cada uno de mis nombres y embarace
al
cuerpo de la que fui para olvidarme,
allí
y sólo allí,
me ahogaré hasta el sosiego.
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