7/7/10

No hay la ilusión de lo que pudiera oculta entre las sombras. 

La carne espera al sosiego de la noche, del sueño, donde la vida es una irrealidad perfecta, un idilio. 

Entonces el sueño se asemeja a lo imposible, que por tal es inconcebible en el imaginario. 

Aun así, lo acariciamos. 

La nocturnidad de las flores, el sosiego de un rocío que empapa al llanto olvidado, que empapa al olvido de caducidad. 

El tiempo en suspensión observa los cuerpos pendientes. 

Asfixia saberse en el abismo próximo al deshielo. 

Todo cobra el color de la materia. 

Todo deviene en táctil experiencia donde la mirada adormece a las cosas. 

Se derrite entre los dedos el silencio; la piel tiembla a la caricia de las formas. 

Sin mirar, me observa. 

La carne late a la espera.

1 comentario:

Pablo Copola dijo...

Me alegra descubrirte, te apunto entre mis letras, joven poetisa.